Érase una vez, una ciudad y un lago…




… llamados Udaipur, uno de los lugares más románticos de la India. Los distintos palacios color marfil del maharajá rodean el sereno lago Pichola, donde se alberga el Lake Palace, justo en el medio. Hasta allá sólo se llega en barco. En lo alto de una colina se encuentra el Monsoon Palace, destinado al refugio del rey en época de lluvias. Desde allí se consiguen las mejores vistas de la ciudad, además de una impresionante puesta de sol, la típica que ruedan en los documentales (Lujos indios…).

Por si fueran pocas residencias, el City Palace se ocupa de colocar la guinda al pastel. Situado a orillas del lago, alcanza a ser el más grande de todo Rajastán con una fachada de 244 metros de longitud y más de 30 de altura. Una maravilla que ha sabido conservar la unicidad arquitectónica (a pesar de componerse por diferentes adiciones de caprichosos maharajaes).

Udaipur es famoso por su joyería y artesanía; títeres de colores y libros encuadernados en piel con exóticos gravados de camellos y elefantes es lo más repetido en los bazares del Lal Ghat y la torre del reloj. En la ciudad pasas el día en los roof-top restaurants deleitándote con las vistas. De hecho, la discoteca a la que fuimos estaba también en el tejado del último piso del hotel International. Aunque también se podría decir que a Udaipur se llega buscando lassie bhang (brebaje de yogur, agua helada y un derivado de la marihuana) y opio (camino al Monsoon Palace están las plantaciones “afganas”) antes de bajar hasta la bulliciosa Mumbai a perder los nervios entre el tráfico y el pijerío.

Comentarios

(^o^) ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
(^o^) ha dicho que…
Hermana,

tu foto en la ventana no cuela...

eso es la Alhambra...
que yo también he estao...

jajaja

un abrazo del bró!

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