Mumbai no es ningún paraíso
El barrio de Colaba, al sur de la cosmopolita Mumbai, ofrece a todos los guiris una ración de modernidad al estilo occidental, como aceite que flota en el agua. Bares, hoteles, restaurantes, cines y discotecas harán que olvides a los coolies, las vacas y hasta el olor a mierda y orín que normalmente desprende cualquier calle de cualquier ciudad o poblado. Es el lugar donde Bollywood exclama “action!” (tuve la oportunidad de asistir al rodaje de un anuncio frente a la Indian Gate) y las estrellas ponen de moda sus garitos con sólo pisarlos la noche del estreno.
El agua penetra en el aceite cuando llegas al Red Light District, un lugar extraño que no admite comparación con el de Ámsterdam. Las prostitutas se exhiben día y noche, 24 horas, sin pudor ni cabinas higienizadas que valgan. Apenas una cortina harapienta y negruzca separa la calle de su herramienta de trabajo: un oxidado camastro desvencijado que, desde luego, no invita a tumbarse. No sé quién será el atrevido o, mejor dicho, el “sin estómago”, para cruzar ese telón asqueroso que grita hepatitis o SIDA. Muchas de ellas deben ser menores, pero aquí es difícil adivinar la edad: el hambre y la indigencia envejecen a pasos agigantados.
Un chai (té con leche, la bebida nacional) en el puerto te devolverá a la glamourosa burbuja de los barrios del sud, aunque no debes bajar la guardia: enseguida pasará un vagabundo arrastrando de una correa a un mono amaestrado con el culo pelado de sentarse cada vez que su improvisado amo se para y suelta un aprendido discurso limosnero. Afortunadamente, la imagen te recordará que sigues en la India...
El agua penetra en el aceite cuando llegas al Red Light District, un lugar extraño que no admite comparación con el de Ámsterdam. Las prostitutas se exhiben día y noche, 24 horas, sin pudor ni cabinas higienizadas que valgan. Apenas una cortina harapienta y negruzca separa la calle de su herramienta de trabajo: un oxidado camastro desvencijado que, desde luego, no invita a tumbarse. No sé quién será el atrevido o, mejor dicho, el “sin estómago”, para cruzar ese telón asqueroso que grita hepatitis o SIDA. Muchas de ellas deben ser menores, pero aquí es difícil adivinar la edad: el hambre y la indigencia envejecen a pasos agigantados.
Un chai (té con leche, la bebida nacional) en el puerto te devolverá a la glamourosa burbuja de los barrios del sud, aunque no debes bajar la guardia: enseguida pasará un vagabundo arrastrando de una correa a un mono amaestrado con el culo pelado de sentarse cada vez que su improvisado amo se para y suelta un aprendido discurso limosnero. Afortunadamente, la imagen te recordará que sigues en la India...
Comentarios
"Hawai, Bombai,
son 2 paraisos..."
Pero claro, de Mumbai no hablaba.
Precioso escrito, por cierto.
As usually, by the way.
El bró from Alicante!
PD: Sistercilla, te has olvidao Prizren en el TravellerMap de Facebook!